jueves, 11 de junio de 2009

A medio cuerpo entre Puno y Copacabana


Investigación sobre Neoliberalismo en Chile

http://www.mp.gov.br/hotsites/seges/clad/documentos/fonsecaz.pdf

En el link, ponencia presentada al XIII Congreso Internacional del CLAD sobre Reforma del Estado y Administración Pública. Buenos Aires, Argentina. Noviembre 2008.
El investigador principal es mi compañera de la ONG Zarelli Fonseca, soy coautor.

El nombre:

“Una investigación evaluativa en relación al impacto local de las políticas neoliberales, en tres territorios de la ciudad de Santiago, Chile: una base para la reflexión en torno a las políticas de desarrollo a nivel nacional y regional.”

Ponencia Presentada en I Coloquio de Estudiantes Karl Marx. Universidad de Chile


LOS TRABAJADORES INFORMALES URBANOS EN EL CAPITALISMO NEOLIBERAL: una aproximación desde la dialéctica materialista.
Por Rodrigo Assef S.

La siguiente ponencia busca aplicar algunas categorías propias de la dialéctica materialista al análisis del fenómeno de la llamada Economía informal, dentro del contexto neoliberal.
El término Economía informal viene a definir una gran heterogeneidad de labores productivas, comerciales y de servicios que se realizan al margen de la reglamentación estatal. La OIT, en su Conferencia Internacional del Trabajo en 2002, ha integrado bajo este concepto las labores urbanas y rurales, como también los trabajos que presentan relaciones de producción y/o relaciones de empleo informales. También plantea un umbral de informalidad en todas las unidades de producción que ocupen hasta cinco o diez trabajadores en sus labores, según el país. Existe una vinculación generalizada entre los trabajadores informales y la pobreza o trabajadores empobrecidos, lo que nos impulsa a ver a las unidades de producción informales como uno más de los mecanismos de supervivencia de los sectores marginalizados dentro de la clase trabajadora.
En Chile, no existe una estadística oficial de informalidad que se encuentre a disposición del público. Consecuentes con la máxima neoliberal “Chile: un país de empresarios y no de proletarios”; la estadística se centra en la microempresa, establecimientos de baja productividad, pocos trabajadores por unidad de producción y con serios problemas de conseguir financiamiento para invertir en bienes de capital, por lo tanto, con bajo o ningún nivel tecnológico en sus procesos productivos. Según el directorio del Servicio de Impuestos Internos en 2002, el 82,8% de las unidades de producción inscritas se clasificaron como microempresas por tener un rango de comercialización en UF de 1 a 2.400 anuales, es decir hasta los 432 millones de comercialización anuales (o 36 millones por mes). Este amplísimo rango de ventas tiene una división interna impulsada desde el Banco Estado, que incluye el rango de microempresas entre 350 y 600 UF de ventas anuales. Siendo el primero poco mas de 500 mil pesos de ventas mensuales, y el segundo cerca de los 900 mil.
Todas estas unidades productivas se encuentran integradas legalmente al movimiento comercial e impositivo chileno. Ninguna de las 82,8% de microempresas del directorio del SII son informales por las condiciones legales de iniciación de actividades, pero sí pueden serlo de acuerdo a las relaciones de producción o las de empleo que de cada unidad de producción. A este espectro poco definido, debemos agregar a todas las unidades de trabajo propiamente informales por estar al margen de las condiciones legales de iniciación productivas, por tener relaciones de producción informales y por tener relaciones de empleo del mismo tipo. Nos centraremos en estos tres factores de informalidad para reconocer los actores involucrados en el fenómeno y desarrollar nuestro análisis materialista.
Dentro del factor legal, los trabajadores informales, en específico los vendedores ambulantes han generado una división interna en torno al tipo de producto que comercializan. Para ellos están quienes trabajan con mercancías legales o ilegales, siendo los últimos quienes comercializan productos ‘piratas’ o realizan estafas de bajos montos a los transeúntes. La investigación académica ha definido una separación entre la Economía Informal y la Economía Subterránea en donde caben estos trabajadores que transan productos ‘ilegales’. Pero en nuestro país todos los trabajadores y trabajadoras ambulantes informales corren el riesgo de ser detenidos, con la consiguiente pérdida de la mercancía, el pago de una multa para ser puestos en libertad y una citación al tribunal respectivo – de policía local o del crimen-. La distinción sobre qué tipo de producto se comercializaba viene una vez que el trabajador se encuentra en la comisaría. Este hecho ha obligado a los informales a protegerse conjuntamente, organizando vigilancias colectivas de las zonas de comercio, cerrarse a la incorporación de trabajadores desconocidos por el medio, etc., a pesar de que reconocen que el problema de la piratería y la delincuencia son lo que más los aleja de obtener soluciones colectivas frente a los municipios.
La investigación académica nacional ha colocado a todos los tipos de unidades de trabajo informales bajo la misma sombra de informalidad ilegal, los que según el trabajo de Doris Cooper generan una “contracultura del hampa” donde incluye a trabajadoras y trabajadores sexuales, vendedores ambulantes, traficantes y microtraficantes de drogas, ladrones profesionales y domésticos, etc. Naturalmente que estas publicaciones entregan un sustrato teórico a las acciones de grupos gremiales como la Cámara Nacional de Comercio ( CNC ) contra el trabajo informal, a pesar que permiten tener estadísticas actualizadas sobre el tema al financiar estudios encargados a Universidades privadas ( por ejemplo, el aumento del 12,8% de vendedores ambulantes a nivel nacional, en diciembre 2005; la constatación de la variable precio como la principal promotora de las ventas informales; captar un proceso de fidelización entre consumidores y vendedores otorgándose ciertas ‘guarantías’, en octubre 2005; etc.). Los municipios son quienes deben resolver el problema del trabajo informal en su territorio, ya que siendo ellos los que entregan patentes a establecimientos comerciales, el ilícito se realiza de acuerdo a la jurisdicción municipal. En general, la represión coordinada con carabineros con uniforme de servicio y civiles, se impulsa desde aquí. El efecto producido por estas acciones ha significado más la migración de los informales a otras comunas colindantes, que el abandono de la práctica laboral. A pesar de todo esto algunos municipios han iniciado un proceso de otorgamiento de patentes de gracia, principalmente para el comercio ambulante en ‘carritos’ y en ferias libres, y si bien no existe información estadística reciente sobre la cantidad de permisos otorgados, sabemos que su costo bordea 1 UTM semestral como promedio. Esta es la primera expresión de apoyo a los trabajadores informales en cuanto a su establecimiento, cobrando un impuesto que les resta flexibilidad de acuerdo a la patente conseguida, pero que los incorpora como microempresarios formales.
El segundo factor se encuentra determinado por ciertas condiciones de empleo que se pueden catalogar como informales, donde también podemos incluir a algunas micro, pequeñas e incluso medianas empresas legalmente constituidas.
La relación de empleo informal se vincula directamente con la necesidad de ahorro de una unidad de produccíon. El tipo de acumulación neoliberal ha generado nuevas formas de ahorro de capital fijo y de mano de obra, expresado en empresas formalmente establecidas que contratan a empleados de modo informal; o lo que es más común, empresas formales que subcontratan a otras empresas formales para sus servicios de baja especialización, que se proveen de mano de obra informal; o que estas mismas empresas subcontratadas, en realidad sean empresas informales de tipo familiar u otro. Bajo la necesidad productiva de la “especialización flexible” neoliberal, los empleos sin calificación sufren la precarización de sus condiciones laborales por relaciones de empleo no contractuales, que facilitan relaciones de producción altamente explotativas y al margen de la legislación estatal. Dentro de las unidades de producción propiamente informales, la relación de empleo más generalizada de este tipo es la incorporación de algún trabajador familiar no remunerado como activo libre, sea menor de edad o no.
La relación de producción informal es el último factor a definir. Esta viene a materializar las condiciones impuestas desde los factores anteriores. El marco de ilegalidad que envuelve a las unidades de producción informales no sólo significa un riesgo ante la represión, sino que los informales tampoco reciben los ‘beneficios sociales’ de los trabajadores por producir, como previsión, mejor salud, acceso a créditos, etc. La relación de producción informal es, como dijimos, altamente explotativa y autoexplotativa porque el margen de ganancias se da por la capacidad del trabajador de generar ventas, para las unidades de producción comerciales; de generar productos, para las unidades de trabajo productivas; y de atender a más clientes, en las unidades de producción de servicios. Lo que se traduce en larguísimas jornadas de trabajo, por lo general entre doce y catorce horas por día. Pero lo que entrega la especificidad neoliberal a las relaciones de producción informales, es primeramente, que muchas veces no es una opción laboral sino que han sido trabajadores, o arrastrados desde las últimas crisis económicas mundiales, en 1982 y 1997, por crisis de empleo, o que los nuevos integrantes de la fuerza de trabajo urbano no encuentran ocupación en el sector formal y caen en el informal. Obviamente, en el sector informal de la economía, el nivel de empleo se encuentra determinado por el excedente de fuerza de trabajo y por la posibilidad que ofrece el mercado de producir, vender u ofrecer algún producto o servicio.
En general que existan unidades de trabajo informales cuyos productos tengan salida comercial o de servicios, significa también que hay una posibilidad para su existencia, un nicho productivo llenado por estos trabajadores que apelan a ciertas características específicas de los mercados de productos de países no industrializados, por lo menos. La falta de acceso generalizado a equipos, hace que los consumidores recurran a servicios informales más económicos que los establecidos; la carencia en la capacidad de consumo se suple con los informales que aumentan la diversidad de oferta, funcionando como intermediarios que acercan los productos de importación a los consumidores. Finalmente, puede que los consumidores prefieran un mercado con ciertas características de competencia perfecta, principalmente porque a los informales les resulta más difícil alterar precios por su bajo poder de negociación con las distribuidoras de insumos o mercancías.
Los investigadores evidencian la incapacidad económica del mercado de trabajo neoliberal de absorber toda la nueva fuerza de trabajo en el sector formal, suficiente para mantener un equilibrio entre ocupados y cesantes. Pero no analizan las necesidades específicas del modelo de acumulación capitalista neoliberal, que ha pasado de un modelo “fordista” a uno “postfordista” a falta de un concepto más original, ya que el segundo no es la continuación del primero, pero tampoco es su antitesis, pues ambas lógicas son capitalistas donde en la segunda se abandona el objetivo del pleno empleo. Aquí el ahorro de capital fijo ha significado externalizar la cadena productiva de una mercancía en un determinado número de unidades productivas menores, integrados verticalmente a las necesidades productivas de la gran y mediana empresa. En esta estructura vertical, semejante a un racimo de uvas desgranado, podemos identificar en las puntas de cada gancho el lugar dejado a los trabajadores de las unidades de producción informales, trabajadores independientes en el papel, pero que reciben todo el peso expoliativo de una gran cadena productiva. Y pregunto ¿no son los chocopanderos quienes han enriquecido a Panda, Fruna y otros? ¿No son los ambulantes los que facilitaron el florecimiento de las empresas de importación de productos chinos, indúes y tantos más? ¿Para quiénes están hechos los productos desechables tamaño económico? Para los bazares de barrio, los puestos de feria y los ambulantes. Y es este hecho el que configura al sector económico informal, a pesar de la alta valoración que tienen de su trabajo los trabajadores informales, en un sector reproductor de las condiciones materiales de clase en general y de las condiciones materiales más precarias de la clase trabajadora en particular. Trabajar informalmente no es un negocio redondo como se quiere hacer creer desde los medios de comunicación. Pero requiere un alto nivel de represión policial y desacreditación social para que las características cualitativas propias de este sector de trabajadores netamente popular, lleguen a crecer más; y que el bajo nivel de competencia que los informales pueden lograr respecto de los establecimientos formalizados se transforme en un poder económico real.
En ese sentido, discuto el término Economía Informal, puesto que faltan todavía muchas condiciones materiales para que logre una dinámica de funcionamiento propia, alternativa al sistema económico actual. Y si lo logra, ya no podríamos definirla con un concepto dicotómico y negativo, sino que por lo menos debería de dar cuenta de cierta paridad de capacidades. Pero no especulemos, las condiciones materiales no existen y de hecho son adversas como formas de empoderamiento popular. En otros países latinoamericanos donde el comercio de exportación-importación no es tan fructífero, o de orientación unidireccionada como en Chile, el apoyo a los informales se encuentra tan institucionalizado (como en Brasil o Uruguay), que incluso les permite agregarlo al índice Producto Interno Bruto PIB, como en Bolivia o Ecuador.
En vez de Economía Informal, debemos aglutinar la heterogeneidad informal de acuerdo a su materialidad principal, el trabajador, y por tanto llamarlo Trabajo Informal Urbano o Rural, lo que nos permita orientar la intervención académica en el sujeto de cambio, articulándolo con otras reivindicaciones propias de su clase, y no en el objeto de su acción social, con lo que estaríamos enajenando la investigación y el esfuerzo del investigador mismo.
Los Trabajadores Informales son la última escala de la división social del trabajo en las grandes cadenas productivas. De hecho, los ingresos informales devienen de los ingresos que los trabajadores perciben en el sector formal de la economía. Estos ingresos informales retornan para ser gastados en bienes y servicios propios del sector formal. Quizás el Trabajo Informal sea mas un problema que una contradicción del sistema, pero sin duda devela problemáticas serias de su funcionamiento. Si el trabajador informal permite resolver la subsistencia de un grueso de la fuerza de trabajo urbano popular, pareciera que ayuda a mantener la cohesión social más que promover sus contradicciones ¿Qué elementos deben desarrollar cualitativamente para que se constituyan como tal?
Las unidades de producción informal son muchas veces más exitosas en cuanto a ingresos que lo que percibe un trabajador asalariado con el mismo nivel de especialización. El salario mínimo no se encuentra ni cerca de las intenciones salariales de los trabajadores informales, cuyo índice de salario de escape se encuentra cerca de los doscientos mil pesos. Esta valoración se da principalmente por la flexibilidad con que se integran a las cadenas productivas mayores. El grado de flexibilidad es tal que parecieran controlar efectivamente los medios productivos que utilizan para trabajar. Pero realmente sólo alcanzan a organizarlos de acuerdo a su conveniencia, al igual que su jornada de trabajo, horas de descanso, etc., aunque muchos se reconocen esclavos de su trabajo, pues para salir de vacaciones deben trasladarse también con su ocupación informal. Estos elementos muchas veces los hace despreciar el trabajo asalariado, porque a su bajo nivel de calificación, no hay comparación con los ingresos que pueden alcanzar informalmente.
Aún con el apoyo de los municipios para formalizar a algunos trabajadores ambulantes, son las condiciones de trabajo flexible lo que impulsa a estos trabajadores a mantenerse trabajando de manera independiente. De todas maneras el trabajo independiente, entre ellos el ambulante, se ha convertido en una opción concreta de trabajo por oposición a las formas salariales, pero que no ha podido constituirse como un elemento de articulación social de alternativa al sistema o prorevolucionario.